Las aves son una clase de vertebrados que han colonizado el medio aéreo para ello han desarrollado una serie de adaptaciones como es el tener las extremidades anteriores transformadas en alas, huesos huecos o la presencia de sacos aéreos en los pulmones que favorecen la ventilación.

   Al poseer un sistema circulatorio y respiratorio eficaz, su actividad metabólica es alta,  pues  necesitan  una gran cantidad de energía para poder volar y para poder recorrer hasta miles de kilómetros en sus migraciones.

   El esternón de las aves voladoras presenta una extensión, la quilla, que aumenta la superficie de fijación de los músculos pectorales, ya que las aves tienen que tener una potente musculatura tanto para desplazarse como para sostenerse en el aire. Aves no voladoras como el avestruz, carecen de quilla.

   Así como no son los únicos vertebrados que vuelan, sí son los únicos vertebrados actuales que tienen plumas. Las plumas realizan diferentes funciones: actúan como aislantes térmicos e hídricos, son necesarias para volar, pueden ser un atractivo sexual para el cortejo, les permite el camuflaje, diferenciar un sexo de otro, etc. Las aves mudan periódicamente sus plumas.

   La glándula uropigial existe en la mayoría de las aves. Situada en la piel, a la altura de la rabadilla, produce una secreción grasa, que es utilizada para acicalar sus plumas e impermeabilizarlas.

      Las aves carecen de dientes por lo que la función de triturar el alimento la realiza la molleja que es una porción de su estómago con paredes musculosas y con placas córneas en su pared interna. Para facilitar la trituración algunas aves tragan pequeñas piedras.

   La molleja está especialmente desarrollada en las aves granívoras y herbívoras, mientras que en las aves carnívoras, piscívoras y frugívoras la molleja es de paredes delgadas.

   Una de las principales funciones del pico es la captura de los alimentos. también se utiliza para construir el nido, como defensa, para limpiar las plumas y en algunos machos para atraer a las hembras. Para compensar su desgaste, el pico se encuentra en continuo crecimiento.

  Las patas de las aves son las extremidades posteriores. Las patas les permiten realizar una serie de funciones como la marcha, nadar, trepar, agarrar…

 

 

Gracias a la constitución tanto de la pelvis como de las patas, las aves pueden soportar el choque que supone el aterrizaje.

   Las patas también proporcionan el impulso necesario para despegar. A algunas aves les basta para iniciar el vuelo con un salto y un aleteo.

   Otras necesitan además realizar una carrera.

   Lo más habitual es que una porción importante de la pata carezca de plumas pero esté cubierta de escamas, preferentemente en el tarso-metatarso y en los dedos. Las escamas son formaciones epidérmicas constituidas por queratina con función protectora.

   En algunas rapaces las plumas pueden llegar hasta los dedos.

   Los sentidos, salvo la vista y el oído, han sido una de las partes menos estudiadas de las aves. Muchas especies de aves tienen una visión superior a la nuestra, de hecho, de todos los animales estudiados hasta ahora, incluida nuestra especie, la mayor agudeza visual se encuentra en rapaces como águilas, buitres y halcones y el record de agudeza lo posee el águila audaz (Aquila audax). Además, un gran número de aves ven más colores que los humanos ya que pueden captar la luz ultravioleta.

   Hasta hace muy poco tiempo, se consideraba que, salvo excepciones, las aves carecían de los sentidos del gusto, tacto y olfato o los tenían muy poco desarrollados y, en el caso del olfato esta creencia se mantuvo hasta finales del siglo XX. Así, el ornitólogo Jean Dorst escribía en 1971 «⌈…⌋ no es de ninguna utilidad en el aire, donde los olores se disipan rápidamente. La ausencia o la regresión muy avanzada de este sentido constituye una diferencia esencial con los mamíferos, que viven en un universo olfativo».

   Cuando se tratan los sentidos de las aves hay que tener en cuenta además, el sentido magnético.